Estaba siendo un inicio de año muy tranquilo. De hecho, estaba siendo el mejor arranque de los mercados bursátiles desde 1999. Pero el Dow Jones cerró con la mayor caída de su historia, al perder un 4,6%, y el Nasdaq se desplomó otro 3,9%, perdiendo el nivel de los 7.000 puntos. Estos indicadores arrastraron con ellos a los principales parqués del mundo, siendo el Nikkei japonés el más castigado, con pérdidas del 4,7%. Las pérdidas se están repitiendo por tercera sesión consecutiva y a escala mundial; después de un 2017 extremadamente tranquilo, el regreso de los fuertes niveles de volatilidad ha despertado el miedo y la preocupación entre muchos participantes de mercado…
El pasado lunes, inédito en su historia y renovado durante la sesión del martes, han marcado en los mercados días de elevada volatilidad, de tal manera que ahora el indicador del miedo está cotizando en niveles que remiten a 2011. Y para quien no lo recuerde, 2011 fue un año infausto para los mercados: Europa sufrió el azote de la crisis de la deuda soberana, EE.UU. perdió su clasificación AAA y las Primaveras Árabes agitaron al precio del petróleo, entre otros activos.
Bien es cierto que los participantes de mercado eran conscientes de que la volatilidad estaba en niveles anormalmente bajos a lo largo de 2017. De ahí que la fuerte corrección vista en los últimos días no haya sido vista con malos ojos por los expertos: volatilidad suele ser sinónimo de oportunidad; y en un mercado con valoraciones muy ajustadas, a las oportunidades no se las puede dejar pasar: “Los periodos de alta volatilidad en mercado suelen crear oportunidades para comprar acciones sobrevendidas”.
Las fuertes ventas no condicionan la expansión económica que está en marcha. La coyuntura económica sigue siendo positiva. Es importante resaltar que en 2017 hubo claramente una fuerte aceleración del crecimiento mundial frente al de 2016 y que para el año 2018, esta tendencia se mantiene. Las estimaciones de crecimiento de los resultados de las compañías, elemento fundamental de la evolución de los índices, son de doble digito, en casi todas las regiones.
El repunte de la volatilidad de las acciones se ve como un cambio en el sentimiento de los inversores: “Los mercados financieros se están enfrentando a la idea de que el entorno de bajo crecimiento puede estar dando paso a un ciclo más sólido con la inflación al alza”. Además de los movimientos vistos en las bolsas desde el pasado viernes, también ha caído la renta fija, y ambas caídas han sido una reacción a la publicación de un buen dato de empleo en EE.UU. y un dato de crecimiento salarial mejor de lo esperado (2,9%, la tasa más elevada de 2009).
En consecuencia, se interpreta que estos datos “llevaron a muchos inversores a concluir que una inflación significativamente mayor podría estar a la vuelta de la esquina, lo que daría lugar a unos tipos más elevados; es decir, que obligue a la Reserva Federal a ser más agresiva en sus subidas de tipos”.
Miembros de los principales bancos centrales mandaban ayer un mensaje de tranquilidad a los inversores. En el caso europeo, Draghi comentaba que aún es pronto para cantar victoria en su particular lucha contra la falta de inflación. Por su parte, Kuroda, a pesar de ser optimista con el rumbo de la economía nipona, mantendrá las políticas monetarias durante bastante tiempo. Por último, Kashkari, presidente de la Fed de Minneapolis, comentaba que la subida salarial que vimos el viernes y que provocó el fuerte repunte de las expectativas de subidas de tipos para este año, aún no es suficientemente vigorosa.
Desde el punto de vista económico, estas caídas parecen poco justificadas, sobre todo teniendo en cuenta los buenos datos adelantados, como el PMI en Europa que supone su nivel más elevado desde junio de 2006, gracias al empuje de los componentes de nuevos pedidos y de creación de empleo, que se situó en su nivel más elevado desde el año 2000. Y en el caso norteamericano, las noticias eran aún mejores, ya que el ISM no manufacturero subía hasta su nivel más elevado en 13 años. El componente más destacable volvía a ser la evolución del subíndice de empleo en máximos históricos.
Se cree que aún hay motivos para seguir siendo constructivo con las valoraciones estadounidenses: “Los consumidores globales están acometiendo gastos, los balances de las empresas son relativamente estables y los recortes de impuestos aprobados en EEUU a finales del año pasado podrían respaldar un crecimiento de los beneficios de dos dígitos en 2018”, explica. Por tanto, se interpreta la corrección como “un descenso saludable”.
Puede que la volatilidad dure algún tiempo, por lo que hay que tener cautela pero también hay que estar listos para “explorar activamente las oportunidades que haya podido traer esta ola de resurgimiento de la volatilidad (coherente con una transición desde el régimen del final del ciclo financiero)”.
Hay expertos que incluso dicen que las caídas de estos días podrían interpretarse como “la mayor muestra de salud real en los mercados en mucho tiempo”! J
También hay que aclarar que en las caídas ha influido tanto el factor técnico como el fundamental. En relación al técnico, ha habido estrategias que habían incrementado su exposición a activos más volátiles (p. ej. renta variable), al tiempo que habían incrementado el apalancamiento hasta niveles superiores a las medias históricas. “Este pico de volatilidad ha obligado a estas estrategias a reducir simultáneamente la exposición a renta variable y el apalancamiento general para no salirse de sus presupuestos de riesgo”. Y por otro lado, las recogidas de beneficios emprendidas por los inversores fundamentales, también han influido en las caídas ya que los mercados se han comportado excepcionalmente bien y las valoraciones parecían excesivas”.
La recomendación para los inversores que ya tienen cartera es que, antes de decidir si venden, piensen si han cambiado los fundamentales que les llevaron a realizar dicha inversión. Si no es así, es momento de mantener la calma.
Y para nuevos inversores, la recomendación es identificar oportunidades de compra y mantener una filosofía de inversión de medio-largo plazo.